MI CARTA DE RENUNCIA
Renunciar es dejar, privarse o
limitarse voluntariamente de algo. Los motivos y razones por los cuales se
renuncia son diferentes en cada persona. Algunas de las causas por las cuales
se hace son; porque se cansaron o ya no les gusta su trabajo, o porque tienen
otra mejor opción.
En el ministerio pastoral se
habla poco de renunciar. Generalmente se entiende, que quien entra a este
sagrado ministerio es porque fue llamado por Dios y tiene esa vocación
ministerial. Cuando se escucha que un ministro renuncio, normalmente es porque
no tenía otra opción; faltas morales o falta de rendimiento.
Quizás muchas personas se estén
preguntando, ¿Por qué estoy renunciando? Pues déjenme decirles, que las razones
por las cuales renuncio no son ninguna de las anteriores. No me he cansado de
mi trabajo, pues pienso que no hay mayor privilegio que trabajar para Dios y su
iglesia tiempo completo. No he cometido ninguna falta moral, ni he faltado a
mis responsabilidades. Entonces, ¿Qué me ha llevado a tomar esta difícil
decisión?
En la Biblia hay una historia que
se encuentra en 1 Samuel 30. David había salido con sus hombres a la guerra,
pero al regresar, descubrieron que los de Amalec habían invadido su ciudad y se
habían llevado cautivos sus mujeres y sus hijos. Después de llorar y
angustiarse, David consulto a Jehová para saber si debía perseguirlos, y recibió
una respuesta positiva. Pero nos dice el versículo 9, que al llegar al torrente
de Besor, algunos hombres se quedaron, y en el verso 10 nos dice que estos 200
soldados estaban cansados y no pudieron pasar el torrente. Más adelante en los
versos 21-23, nos relata que David volvió victorioso después de recuperarlo
todo, pero algunos de entre los 400 hombres, malos y perversos, no estaban
dispuestos a compartir el botín de guerra con aquellos que se habían quedado.
Pero David les recordó un estatuto que estaba en la ley de Moisés, (Núm. 31:
25-54) debían repartir el botín en partes iguales, pues estos hombres se habían
quedado cuidando en bagaje.
600 hombres habían salido para la
guerra, todos se había entrenado para luchar. Los 600 hombres tenían razones de
peso para ir tras los amalecitas, pues sus familias habían sido raptadas. Pero
en el camino, el cansancio y un torrente impidieron que 200 de ellos
continuaran. Imagino, que no fue fácil para estos 200 hombres quedarse allí
cuidando el equipaje y las provisiones. No era para eso que se habían
entrenado, que se habían preparado. Este no era el trabajo que en
circunstancias normales hubieran desempeñado. Aunque la Biblia no lo relata,
puedo imaginar que su corazón desfalleció cuando al regresar sus compañeros,
algunos los trataron con dureza, criticando su falta de fortaleza, dudando de
sus motivaciones al quedarse en ese lugar. Y al final, no estaban dispuestos a
compartir su triunfo, ya que estos 200 no habían estado al frente de batalla,
no habían sido participantes de esa victoria. Pero David, con sabiduría divina,
les recordó a los 400 soldados, que sus compañeros, aunque no habían podido
seguir la marcha y participar activamente de la batalla, se habían quedado haciendo
algo importante, cuidando el equipaje.
Me siento identificado con los
200 hombres de David que no pudieron pasar el torrente de Besor. Haber
estudiado, preparado y haber sido llamado para estar al frente de batalla es un
gran privilegio. Haber salido dispuesto a cumplir el ministerio, y estar junto
a un ejército de pastores que luchan por terminar la obra de Dios en esta
tierra es un gran honor. Pero en el camino, las circunstancias adversas, las
dificultades y las responsabilidades sagradas me impiden continuar. Por los
momentos, debo limitarme a cuidar el bagaje, debo hacer un alto, y con tristeza
ver como mis colegas avanzarán en el camino.
Muchos entenderán mis razones,
para otros serán simples excusas, y no falta aquellos a quienes no les importaran
nada de esto. Pero fue necesario tomar esta decisión, por motivos de índole
personal-familiar. Agradezco la confianza y oportunidades que me han dado
durante este tiempo. Agradezco el apoyo de todos aquellos que han formado parte
de mi preparación académica y ministerial.
Quizás algunos de ustedes
esperaban encontrar los detalles específicos del motivo de esta decisión. No
considero que sean necesarios divulgarlos por este medio. Solo limítate con
saber las razones por las cuales no he tomado esta decisión, y el saber que no
es una renuncia definitiva, es solo un retiro momentáneo. Por los momentos, no
me considero que este abandonando el ministerio pastoral, pues continuaré
ejerciéndolo desde donde me encuentre, buscando la forma de desempeñarlo desde
otras latitudes.
Mi llamado por Dios ha sido muy
claro, servirle a él y a su iglesia. Y dondequiera me encuentre siempre buscare
la forma de hacerlo, pues amo a Dios con todo mi corazón, y amo a esta iglesia.
Por eso, seguiré luchando para ayudar a terminar la obra en esta tierra,
trabajaré incansablemente por alcanzar el mundo con el mensaje de salvación.
“No es la cantidad de tiempo que trabajamos, sino nuestra pronta
disposición y nuestra fidelidad en el trabajo, lo que lo hace aceptable a Dios.
En todo nuestro servicio se requiere una entrega completa del yo. El deber más
humilde, hecho con sinceridad y olvido de sí mismo, es más agradable a Dios que
el mayor trabajo cuando está echado a perder por el engrandecimiento propio. Él
mira para ver cuánto del Espíritu de Cristo abrigamos y cuánta de la semejanza
de Cristo revela nuestra obra. Él considera mayores el amor y la fidelidad con que
trabajamos que la cantidad que efectuamos”. {Palabras de Vida del Gran Maestro Pág. 332}
“La obra de muchos puede parecer restringida por las circunstancias;
pero dondequiera que esté, si se cumple con fe y diligencia, se hará sentir
hasta las partes más lejanas de la tierra. La obra que Cristo hizo cuando
estaba en la tierra parecía limitarse a un campo estrecho, pero multitudes de
todos los países oyeron su mensaje. Con frecuencia Dios emplea los medios más
sencillos para obtener los mayores resultados. Es su plan que cada parte de su
obra dependa de todas las demás partes, como una rueda dentro de otra rueda, y
que actúen todas en armonía. El obrero más humilde, movido por el Espíritu
Santo, tocará cuerdas invisibles cuyas vibraciones repercutirán hasta los fines
de la tierra, y producirán melodía a través de los siglos eternos”. {Deseado de Todas las Gentes Pág. 762}
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ResponderEliminarLos guerreros pelean y aun cuando están cayendo siguen peleando; su mirada esta en la victoria. Igual es cuando un compañero de este ministerio toma una decisión como la de Mi Amigo, por lo tanto la batalla no termina y tu seguirás siendo: un soldado, un siervo, un ministro de esta gran comisión. Dios es bueno. Bendiciones!!!!
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